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El lazo que nos une, no es simbólico, es idílico.
Por: Sofía Triviño.
Existe una leyenda japonesa conocida como Unemei No Akai Ito, mejor conocida en occidente como la leyenda del hilo rojo que dice qué: “hay un hilo rojo invisible que conecta aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar, contraer, enredar, pero nunca romper”.
Es sorprendente el idealismo de la cultura japonesa para hablar de vínculos y creencias románticas que operan con simbolismo, aunque es maravilloso, hoy hablaremos de los nudos apretados que dan rienda suelta a perder el control.
Las cuerdas y ataduras son instrumentos que convierten una acción en un método para la sincronización sexual, así como hay algo idílico en el hilo rojo, lo hay en manera en que las cuerdas interactúan al inmovilizar a una persona. Los nudos y las ataduras permiten que exista una colorimetría dentro de la intimidad, hacen que las escalas de excitación aumenten de forma gradual, y ¿Quién no quiere experimentar esa serie de terminaciones en la cama?…
En teoría porque la imaginación es amplia y los nudos infinitos.
Muchos dirán que el poder es un arma de doble filo, que entre las mentes racionales hay cierto desequilibrio cuando este se extralimita, bueno, hay algo de certero en esas afirmaciones; pero, aquí el poder es amigo en las dinámicas sexuales, es la manera más divertida de dar rienda suelta a la intensidad que podemos llegar a experimentar en conjunto.
La capacidad cerebral es sorprendente, y nos permite establecer conexiones entre nuestros deseos y nuestros caprichos; es una dinámica que permite descubrir: fantasías, niveles dentro del placer, y combinaciones de terminaciones nerviosas que establecen el dominio y la vulnerabilidad como eje de central del encuentro, esto a su vez, es muy excitante.
Dentro de esta práctica hay un sinfín de posibilidades y eso hace que el sexo sea realmente bueno. No me malinterpreten, no los invito a que vayan y se esposen o amarren con un desconocido, les doy una carta abierta a la experimentación, a que despierten la curiosidad y la alimenten, porque así como hay diferentes tipos de hilos, en el bondage pueden encontrar diferentes artículos o longitudes para hacer del amarre una experiencia emocionante.
Es curioso como la leyenda idílica del hilo rojo es tan popular dentro de las expectativas del destino o amor verdadero, guiado por la cultura japonesa y su fascinación por las tradiciones milenarias, que pocas personas saben que los precursores de las técnicas de la estética erótica de amarres Shibari son los mismos que pusieron en discusión el destino amoroso en unos hilos; es una relación maravillosa porque guiados por sus conceptos legendarios sobre el romance y los vínculos, crearon una fuerza estética simbólica que une a personas a nivel sexual, animándolos a generar procesos para entender la corporalidad erótica.
Así que no corras cuando tu pareja te diga: Amárrame, sujétame y sométeme, en lugar de eso, asegúrate de estar bien equipado.