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¿Demasiado agotador para intentarlo?

Blog demasiado agotador

Por: Sofía Triviño.

Relájate, deja de preocuparte y mira el lado bueno de las cosas, ¿Alguna vez te han dicho «relájate y mira el lado bueno de las cosas» y en lugar de sentirte mejor, terminaste más estresado, preocupado y negativo? Si la respuesta es sí, ¡sigue leyendo! Y si fuiste tú quien lo dijo y te encontraste con una sonrisa forzada como respuesta, también te interesa saber por qué.

El cerebro humano es asombroso y complejo, pero para entenderlo mejor, imagínalo como un panal de abejas. Cada abeja en ese panal, aunque pequeña, tiene un papel fundamental para la estabilidad y el funcionamiento de toda la colmena. Ninguna trabaja de forma aislada; todas, en conjunto, tejen una intrincada interacción que genera un resultado significativo para el desempeño global del panal.

Cuando este sistema, que es nuestro cerebro, funciona sin contratiempos, el panal se mantiene en óptimas condiciones: equilibrado, sano, fuerte y feliz. Esta es la respuesta natural a un funcionamiento armónico. Pero, ¿qué sucede cuando hay una sobrecarga o el proceso de trabajo se vuelve demasiado pesado? el sistema entra en tensión, lo que puede llevar al colapso del bienestar de la colmena. Esto se manifiesta como un decaimiento en el panal y, como consecuencia, un desbalance en el ecosistema completo, afectando todo lo que lo rodea.

A esta metáfora, en el ámbito de la salud mental, la conocemos como el síndrome de Burnout. Este término describe un estado de agotamiento extremo, no solo físico sino también mental y emocional, provocado por una sobrecarga constante de labores, preocupaciones, que terminan por cronificar el estrés. Es como si el panal se agotara hasta un punto en que simplemente es «demasiado agotador para intentarlo».

El Burnout no solo impacta negativamente el bienestar general, sino que también puede manifestarse en una disminución del rendimiento laboral, problemas de salud física y una afectación significativa en la vida personal y las relaciones.

Cuando el estrés se desborda y el agotamiento toma las riendas, las suposiciones se disparan, los juicios se vuelven más directos que nunca y la seguridad personal se desmorona. El diálogo interno se convierte en un verdugo que aniquila cualquier atisbo de esperanza, dañando a su vez toda interacción social. Esto se manifiesta de forma particularmente dolorosa en la vida de pareja, donde la intimidad sexual se vuelve rígida, el interés disminuye, el deseo se apaga y se abren las puertas a la insatisfacción y el desprecio. Frases que causan más tensión, como: «No quiero sexo. El sexo no me importa ahora mismo. Déjame en paz», se vuelven comunes.

Diversos factores intensifican esta reactividad en la intimidad cuando hay un agotamiento extremo. Todo se percibe como abrumador: el simple deseo de estar a solas, acariciar a tu pareja o dejarse llevar en un momento de pasión se vuelve incómodo y tedioso. En este contexto, cualquier acercamiento puede interpretarse erróneamente como si solo se buscara sexo, dejando de lado otras formas de conexión y apoyo.

Es por esto que la respuesta de una sonrisa forzada o una mirada de fastidio cuando le dices a tu pareja «relájate, no es para tanto» es perfectamente comprensible en una mente agotada. Para una persona exhausta, sí es para tanto. Cuando tenemos intimidad con nuestra pareja, buscamos conexión, placer compartido, sentirnos deseados y ser deseables, poder liberarnos de todo durante un instante. Tener sexo con la persona que amamos es cerrar la puerta al mundo, desconectarnos de las presiones y disfrutar plenamente el uno del otro.

La forma más sencilla de arruinar la vida sexual en pareja es juzgarse y culparse por los resultados o la ausencia de estos. Con un agotamiento excesivo, el efecto es una destrucción generalizada. En estos casos, lo mejor es transitar lentamente, pero eso lo exploraremos en el próximo capítulo.