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¿Sexo = orgasmo?
Por: Sofía Triviño.
¿Es el orgasmo la fuente del placer sexual?, ¿Tenemos sexo porque queremos experimentar un orgasmo?, ¿Si no siento un orgasmo cuando tengo sexo, entonces hay algo malo en mí? La cultura y las tradiciones nos enseñan que debemos hacer todo para conseguir un orgasmo, te lo describen como: una respuesta intensa que te hace ver estrellas y te libera. ¿Y quién no se quiere perder de la intensidad astral durante el sexo?.
Para conseguirlo se nos dice que la penetración, es la mejor manera para obtener un orgasmo, bueno, esto no es del todo cierto; solo alrededor del 25% de las mujeres alcanzan un orgasmo a través de la penetración, el resto, en raras ocasiones o nunca lo consiguen de esa forma. Se nos dice que hay múltiples tipos de orgasmos, como si el cuerpo estuviera desconectado y se llegara al clímax por partes distintas, también hemos escuchado que el clítoris es el mejor aliado, frotar y frotar como la lámpara de Aladino para que así, las mujeres lleguen a correrse, y sí, es cierto que es muy sensible, pero no se trata solo de eso.
Entiendo que para muchos la finalidad del encuentro sexual, sea llegar a la cúspide, el orgasmo, el gran final, y es magnífico. Pero, si solo nos concentramos en el gran final, nos perdemos de mucho, ¿será que sin orgasmo, hay placer? Y aquí quiero que te detengas y pienses ¿Cuántas veces has disfrutado del sexo, sin la preocupación de tener o no tener un orgasmo?
Cuando nuestro centro en el sexo es llegar al orgasmo, el camino suele ser tormentoso, porque estamos en constante competencia, por quién hace llegar a quién, y se nos olvida que la misión principal es disfrutar; investigadores científicos avalan que las personas que consideran que han tenido relaciones sexuales extraordinarias no hablan de orgasmo o deseo, hablan de: empatía, comunicación, vulnerabilidad y placer.
Porque el orgasmo es una función cerebral, no directamente corporal, es aquí donde quiero que veas la respuesta sexual en el cerebro como un interruptor que se prende y se apaga, dependiendo del contexto, la situación y cómo te sientas. Por ejemplo: Si estas en una habitación con una persona con la que seguramente vas a tener sexo, el ambiente es acalorado, mientras se besan, están luchado por quién desviste a quién, hasta que de la nada entra tu mamá a la habitación y te encuentra medio desnudo con una chica en pelotas, automáticamente la tensión sexual se baja, el interruptor se prendió y una situación de estrés lo apago.
¿Muy común? Perfecto, tengo otro ejemplo: imagina que es la primera vez que vas a acostarte con una persona con la que llevas saliendo unas semanas, quieres que todo sea memorable porque te gusta, se entienden, tienen cosas en común y todo indica que es el momento para dar el siguiente paso; todo está saliendo de maravilla, se besan, se acarician, se desnudan lentamente, y mientras las manos suben y bajan…piensas va a ver mi cuerpo y seguramente no le voy a gustar, quiero darle la mejor experiencia, pero, ¿y si me falta? ¿Y si se sorprende por mi cuerpo? ¿Y si no soy como las demás? ¿Qué tal no se me pare? ¿Y si no la hago llegar? Automáticamente el interruptor se apagó. Cuando estás en un estado de calma y relajación tu cerebro interpretará cualquier sensación como algo que se debe abordar con curiosidad. Pero, cuando estás en un estado mental de estrés y amenaza, tu cerebro interpretará cualquier sensación como algo que debe evitarse, como una amenaza potencial.
Mi consejo, abraza el placer y olvida el orgasmo. Si sucede genial y si no disfruta, no es una competencia, para eso existen las maratones.