Cuando el amor es un delito.
Por: Sofía Triviño.
195 es la cantidad de países que hay en la tierra según la ONU. 67, son los que aun condenan la homosexualidad como delito con sanciones que van desde pocos meses en prisión hasta la pena de muerte. Ser condenado a muerte por elegir a quién amar no es una opción idílica. En cambio, celebrar que hoy se conmemoran 34 años desde que la OMS – Organización Mundial de la Salud- eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales, le da un trasfondo histórico a la lucha de la población LGBTIQ+ . Es hacer un recuento de que la violencia siempre ha permanecido y que ha sido sistemática por décadas.
Han escuchado decir ¿qué lo que no se nombra no existe?, muy bien, pongámoslo en palabras, la homofobia existe, es real y está latente, no es irracional o escandalosa, es una realidad, un problema con el que la comunidad se enfrenta a diario. Es tan silenciosa que se registraron 480 casos de violencia contra personas LGBT en el 2023.
Podemos asegurar que las nuevas generaciones abrazaron la diversidad, y la llevan como un estandarte, una insignia de que hay autodeterminación. Es un reflejo, un símbolo de que cada día hay más cartas sobre la mesa. Pero del dicho al hecho, hay mucho trecho, y si bien hay más libertad, la discriminación sigue presente en la discusión.
Hace poco conversé con una buena amiga sobre el hecho de que el patrón de homofobia es una marca visible que no disminuye, sino que por el contrario se disfraza, la comunidad ha sido resiliente y admiro la capacidad de enfrentarse bajo los esquemas sociales, culturales y religiosos, pero es absurdo afirmar que la homofobia ya no está presente, inclusive,dentro de la misma comunidad hay homofobia.
Homofobia es una creencia, una conducta, unas normas, un chiste y hasta una ley. Enmarcarla solo a un concepto de odio, es absurdo, va mucho más que eso y sus lecturas se adaptan al marco social en el que se encuentre. En los 20’ eran criminales, en los 50’s trastornos psicológicos, los 60’s maricones revoltosos 70’s portadores de epidemias virales 80’s promiscuos emplumados, 90´s obscenos afeminados, hasta que en el nuevo milenio surgieron discursos como: pervertidos, mujercitas, galletas partidas, inmorales sexuales, mariquitas, plumitas y demás.
Si les gusta el multiverso, perfecto, estamos en un multidiscurso donde más barreras se unen para que la diversidad siempre sea considerada algo sucio, porque lo digo, porque no son solo los patrones heteronormativos, sino es el mismo asco con el que se ve al otro. Y si no, es el caso de Manuela y Alejandra, una pareja a la que conozco y quiero quienes fueron víctimas de el multiverso homofóbico – patriarcal, iban cómodas en el transporte público, cuando un grupo de hombres jóvenes se subieron y empezaron a insultarlas: bolleras, areperas, mal cogidas, evidentemente estaban ebrios, les decían haber, haber un besito.. y si hacemos un trío, unámonos… qué rico… y como no accedieron a sus “bromas” las escupieron, les tiraron una cerveza encima, las insultaron porque a su reflejo eran inmorales, además las amenazaron con violarlas, porque un buen macho era lo que les faltaba. Historias así, a borbotones.
Creen que la homofobia se quedó en el 17 de mayo de 1990 cuando la OMS dijo que los gays no estaban trastornados o eran patológicamente inestables. ¿Sabían qué aun en este siglo, siguen siendo latentes las terapias de conversión y qué en países árabes y ortodoxos aún se matan personas por su orientación sexual? Ahora hablemos de la libertad sexual en Europa, Estados Unidos y América Latina; si, hay avances, pero, la inmoralidad, la degradación, los prejuicios o el demasiado gay para ser verdad, sigue palpitando, y es aquí donde me pregunto ¿cuándo el amor dejará de ser un delito?